Todos mis colegas e incluso yo, hermos leído tanto, tanto que hasta el café reemplazó la sangre de mi cuerpo. Soy viudo y soy feliz leyendo así. Todos mis pares leemos y somos felices, pero prometo y juro nunca más leer sus aguafuertes.
El oficio de leer abre nuestras mentes, es como un sueño mágico del que nunca queremos despertar y sólo lo hacemos llegando a la última página.
Ahora bien, piense esto, usted que solamente escribe y no lee, no tiene ni el don ni la capacidad, por lo tanto no puede criticar la maravillosa sensación de recorrer página por página. ¿Acaso contradice las ideas del sabio Frank Kafka?
Coincidimos en que hay textos que no nos brindan la verdad, asi y tal cual son sus AGUAFUERTES.
Atte: un fiel y querido lector
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