18.3.17

Inletras - Escritura experimental, 1° encuentro

- Recibí dos fotocopias. Una era un anecdotario, "Episodio 1, Capítulo 1. El Alfil Rosso" Allí había información acerca de la "década increíble" la Buenos Aires de 1930; un par de biografías de personajes icónicos de la época y otros apartados como "cabaret", "cambalache" y "marabú".
En la segunda fotocopia había información y la designación de un personaje: el comisario. A partir de lo que iba leyendo en esta última fotocopia, iba escribiendo. Interactuando con el resto de los compañeros en la sala, fuimos creando, cada uno con nuestros personajes, el comienzo de esta historia. -

Comisario Ramirez

Había estado patrullando por toda la zona céntrica de la ciudad y alrededores. No dormía hacía varias noches; éstas se ponían densas y parecían ponerse cada vez más oscuras. Durante el día todos plantaban su mejor sonrisa. Con esto desayuné hoy: Rosso y Cantilla peleando por quién va a afanar más. Me tocaba volver a Cambalache. Cantilla lo quiere cerrar, o eso promete. Frente a esa puerta madera reivindiqué mi idea de que si ese tipo lo quiere quemar es porque jamás supo disfrutar un poco de la vida.

En la puerta de Cambalache me quedé charlando con uno de los muchachos del grupo que toca todas las noches, pero a éste no lo conocía. Un músico bastante simpático, lo contrataron para tocar todo el año, si es que Cantilla lo permite (o su derrota) Me dijo que se llamaba Gaspar, las canas en su cabello me decían que no era un aficionado, pero de todas formas guardaba esa mirada desesperada por un público grande y de aplausos ruidosos, esperanzada y llena de sueños. Pobre tipo... Si supiera que esta Buenos Aires le está complicando la existencia a los artistas. Solo va quedando lugar para los corruptos que quieren ver arder al país.

Entrar a Cambalache cuando apenas abre tiene otra mística. Se veía más oscuro de lo normal, pero esa oscuridad tenebre, que no dan ganas de quedarse. Los de limpieza aún no llegaban, así que el piso estaba todo sucio de la noche anterior. Las cortinas bordó todavía guardaban el olor a cigarro y habanos caros. Las cortinas eran de decoración, porque no encontrabas una ventana ni por casualidad, la ventilación era pésima, y esta noche Cambalache parecía haber perdido un poco de magia.

Estoy sentado en una mesa con un whisky en la mano, intentando escuchar la conversación de la gallega con una de las coperas. Andan diciendo que se viene una noche interesante, va a haber una reunión; debo estar ahí. Si me voy a encargar de mantener la seguridad de este lugar quiero saber qué está pasando.
Cambalache se volvió a llenar de magia otra vez, también de gente. El cabaret estaba de fiesta y no terminaba de entender por qué. Algo de esta noche es diferente, peculiar. Me pregunto si cenaré lo mismo que me desayuné... disputas políticas. Ojalá sólo sea un borracho molesto, porque los políticos son insufribles, aunque sólo puedo ponerles mi mejor sonrisa.

[Dos extraños bailaron tango y fue mágico. Después supe que en un sueño habían sido amantes.]

Esta noche debo estar atento a todo, llegan los sicilianos a cobrar su parte. Espero que nadie oponga resistencia, sino la cosa se va a poner fea. Estoy inquietándome un poco, siento que algo va a ocurrir. Quisiera sentarme a charlar con la dueña, Doña Clara, la gallega, oculta algo, lo sé. ¿Qué está pasando?

Se me acercó a la mesa Horacio, un político un poco ambicioso, qué raro. Me ofreció otro trago, y sin que llegara a contestarle algo ya le estaba pidiendo dos whiskys Dunville's al cantinero. Se sentó en mi mesa y sin rodeos me preguntó si me prendía a "su" movida, más de uno estaba involucrado, y acto seguido, sin notar mi desconcierto, me preguntó cuánto quería.
No tenía ni puta idea de qué me estaba hablando. Yo solo me encargo de mantener en pie las redes de protección, pagando lo que corresponde y a quienes corresponde y cobrando mi parte. Le dije que debía pensar y analizar el asunto. En verdad aguardaba la información de la gallega...

Interesante reunión. La mafia siciliana hoy vino a Cambalache acompañada de la hija de Don Chicho y la política. Una dupla un tanto extraña y extorsiva. Vinieron a apretar a la gallega. A mí me quieren ofrecer el doble y a Doña Clara, duplicar los ingresos por noche. La verdad es que no queremos que vengan a profanar Cambalache con juegos de apuestas y dinero sucio, pero corremos el riesgo de que nos hagan explotar. No nos dan mucha alternativa. La gallega se niega, dice que si quieren que pongan una bomba, pero que no va a acepar el trato. Se va a ir todo a la mierda. A mí la plata no me viene mal, pero ¿a qué costo?
Tres tipos entraron a los gritos a llevarse de los pelos a la copera amiga de la gallega. Ya está. Definitivamente se fue todo al carajo.

2.3.17

Acá

Y acá me encuentro. En la habitación iluminada por un velador de luz cálida y unas guirnalditas de luces que decoran el ambiente. Acá estoy, sentada en la cama, con calor. Esperando a la lluvia, que no se anima a unirse a mi club de desvelo, donde participa mi gato, y varios recuerdos en duelo.

¿Y al final qué hacemos con las noches de soledad? Ni siquiera sirve robar calor ajeno cuando el corazón todavía quiere amor. Amor del conocido. Amor del tierno.

El otro día escuché que no se puede empezar un duelo si todavía se siente que hay esperanzas. Pero qué difícil perder las esperanzas, qué difícil rendirse... Qué difícil es darse por vencido en el amor.

Pero aquí estoy, en el club de la desolación, comprobando día a día que se puede vivir sin vos.