20.11.16

Después

Leelo mientras escuchás esto }

Después de tanto tiempo, después de tantas cosas vividas,
después de tanto amor, de tantas caricias,
de haberme sentido tan bien;
después de haber llorado como loca, de haber reído aún más fuerte;
después de haberte querido tanto, de haberme entregado tan ciega,
tan tonta, tan enamorada...
Después de tanto luchar contra mis sentimientos,
de intentar creer que no era amor.
Después.
Después me tuve que volver a mi casa con todos mis sentimientos en la mano,
como una operación a corazón abierto, sacaste todo para afuera
y me dejaste sin anestesia, ni morfina, ni puntos, ni cicatrices
y todavía estoy intentando juntar los pedazos para volver a ponerlos en su lugar.
Después...
Después querré no seguir llorando cada vez que escucho tu nombre en mi cabeza,
o si te veo en algún sueño.
Después solo vas a ser un recuerdo más...

Después, ojalá.

InLetras - Juegos Literarios

Me llegó una hoja en la que se desparramaba esta información:

Mi nombre es Luciano, tengo 20 años de edad. Nací siendo mujer y me llamaron Lucía, pero ahora realmente soy yo. Me apasiona la fotografía y si fuese un personaje de ficción sería un vampiro.

A. Ambicioso Ansioso Agil
E. Hermano Estaciones Eje
I. Marihuana Indigena
O. Oscuridad Integración
U. Dudas Hundirse Huir

A partir de esto yo empecé a escribir.

Conocí a Luciano en un bar. Lo vi sacando fotos y me acerqué a cureosear. Mientras que se prendía un porrito me contó que eso era lo que más le apasionaba, la fotografía. Después nos quedamos charlando de nuestras vidas pasadas y él estaba seguro de que había sido Indio, aunque me confesó que si podía reencarnar en algo, reencarnaría como vampiro.

La noche se había hecho larga, y Luciano ya no tenía a qué sacarle fotos. Entre tragos me contó sobre lo triste que estaba el papá de una amiga de él. Ella se había ido a otro país a buscar su futuro y su padre siempre la apoyó, pero le era inevitable no extrañarla, ni pensar en ella todos los días, más cuando pasaba frente al espejo donde ella siempre se miraba, y donde él siempre apreciaba la belleza de su hija y se llenaba de orgullo por la mujer en la que se había convertido. Fue triste pensar en el vacío que dejan las personas al marcharse.

Pasaron unos meses desde aquella vez que lo vi a Luciano por última vez. Me había invitado a una exposición que hacía sobre sus fotografías. La obra se llamaba "Soledad" y lo había fotografiado al papá de su amiga, en las acciones más cotidianas, pero en soledad. Él estaba en la exposición y Luciano, impulsado por ese espíritu de hermandad que lo caracteriza, le había preparado una gran sorpresa. Había invitado a su amiga, la hija de este padre triste. El abrazo del reencuentro fue el más hermoso que vi en años.