Fueron meses duros, a decir verdad. No estuve sola, pero sí me sentí abandonada. Volví a mi casa, creyendo que ya estaría mejor y fue peor. No sólo físicamente, sino que se sintió como si una nube negra, cargada de rayos, huracanes, malas vibras, estuviera postrada encima de nuestra casa. Bastó sólo menos de un mes para que se fuera todo al carajo.
Aún duele pensar en la pérdida más grande, por la cual lloré más de lo que me podría haber imaginado. Por la cual ahora se me llenan los ojos de lágrimas. Porque había llegado el momento al cual siempre le tuve miedo.
Yo sin saber todavía qué me estaba pasando esquivaba comidas, salidas, bebidas, porque no sabía qué era lo que me estaba haciendo mal. Ni tuve ganas de festejar mi cumpleaños. Fueron amigas a casa, me preparé una pizza de verduras asadas y lo acompañé con agua. De todas formas, me cayó mal. Ese mismo día, el día en el que cumplí 24 decidí dejar atrás una parte muy importante de mi vida. Después de todo lo que había pasado, lo último que yo necesitaba era estar esperando a que se apareciera en la puerta de mi casa, al menos para decirme "feliz cumpleaños", no lo hizo, ni siquiera se le cayó un whatsapp del bolsillo. Ese día, subí a mi habitación y estallé en llanto. No por el hecho de que no me hubiera escrito, no por el hecho de que me había dejado una noche por whatsapp cuando yo más necesitaba de su compañía. Sino por el hecho de saber que desde ese momento en adelante iba a tener que desenamorarme, por una vez y para siempre, del flaco del cual estuve enamorada perdidamente por ocho años. Y ocho años es un montón. Y ocho años mi corazón siempre le perteneció a una sola persona. Por más cosas que hubieran pasado en esos años, siempre fue él. El día que cumplí 24 decidí devolverme el corazón. Decidí que eso que sentía ya no era amor, que el amor lo tengo que sentir por mí, y también decidí que lo que él sentía por mí tampoco era amor.
Sigue siendo difícil, todo.
En tres meses perdí a mi compañera, con quien crecí, quien me dio amor incondicional por 18 años, perdí al gran amor de mi vida, perdí más de cinco kilos, perdí paciencia por aquello que no me hace bien, perdí un poco de tacto para con la gente... Pero decidí seguir mirando para adelante, proyectando, creciendo, cumpliendo metas. Decido rodearme de gente que me hace bien, y sino, estar a gusto sólo conmigo.
No creo que haya sido casual todo lo que pasó. Tenía que ser así y no de otra forma, no en otro tiempo. Estoy segura de que todo pasa para dejarnos una enseñanza, para hacernos crecer, madurar. A veces no pasa de la mejor manera, pero quizás, más adelante, podamos agradecerle al universo la oportunidad que nos dio de ser mejores personas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario