Y acá me encuentro. En la habitación iluminada por un velador de luz cálida y unas guirnalditas de luces que decoran el ambiente. Acá estoy, sentada en la cama, con calor. Esperando a la lluvia, que no se anima a unirse a mi club de desvelo, donde participa mi gato, y varios recuerdos en duelo.
¿Y al final qué hacemos con las noches de soledad? Ni siquiera sirve robar calor ajeno cuando el corazón todavía quiere amor. Amor del conocido. Amor del tierno.
El otro día escuché que no se puede empezar un duelo si todavía se siente que hay esperanzas. Pero qué difícil perder las esperanzas, qué difícil rendirse... Qué difícil es darse por vencido en el amor.
Pero aquí estoy, en el club de la desolación, comprobando día a día que se puede vivir sin vos.
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