16.3.14

Son las dieciocho treinta y tres

Son las seis y media de la tarde de Domingo. Estoy tirada en la cama de mi vieja haciendo fiaca. Mi gata Manchas está en mis pies durmiendo, y cabe aclarar que también está roncando. El día empezó soleado y se terminó poniendo gris, como a mi me gusta. Cayeron un par de gotas, pero no las suficientes como para decir que llovió.
Empecé el día abrazada a él, me hubiera encantado seguir todo el domingo así. Llegué a mi casa al mediodía, me puse el piyama y no hice más que tirarme en la cama y dormir un poco. A eso de las tres de la tarde decidí cocinarme; improvisé un rico almuerzo, preparé unas pastas que después terminé de cocinar con un salteado de repollo, zanahoria e hinojo. Todo con sabor oriental, condimentado con salsa de soja. La verdad muy rico, aunque siendo sincera a la pasta le faltaba un poco de cocción.
Me quedé mirando el final de una película que solía mirar siempre cuando era más chica, "Al diablo con el Diablo", en la cual el mensaje final es que el bien y el mal están en nosotros mismos y es nuestra elección cómo queremos vivir, o de qué lado lo queremos hacer. Muchas películas tratan de este mismo tema, pero esta en particular resulta ser bastante graciosa en mi opinión. En fin, como siempre terminé viendo Los Simpson y como me estaba agarrando el síndrome de querer dormir la siesta (el cual creo que está en todos, sólo que es cuestión de costumbre, y como yo no tengo la costumbre me agarra sueño pero no ganas de dormir) me volví a tirar en la cama. Y aquí estoy, escribiendo un poco, intentando matar el tiempo. Yo creo que en un rato voy a ir a prepararme un té y a comer alfajor Jorgito relleno con mousse de chocolate.
Hasta luego.

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